Las cajas de permanencia son un material sensorial que incluye un gran aprendizaje. La más básica es un recipiente opaco con un orificio para que el niño pueda meter un objeto. La caja vendrá también con uno o más cajones o una puerta o una tapa abatible o un segundo orificio con bandeja por el que saldrá el objeto. Otras más avanzadas incluyen una variedad de tareas.
Esta caja de permanencia en particular contiene muchos más funciones que la caja básica. Con sus 37 piezas (1 caja, 5 bases, 10 gusanitos, 6 peces, 5 zanahorias, 4 figuras geométricas, 4 pelotas, 1 martillo y 1 varita imantada) a todos color, podarás estimular lo siguiente:
Desarrollar de la lógica matemática.
Coordinación óculo-manual.
Resolución de problemas.
Trabajar el movimiento.
Desarrollar el sentido de pertenencia.
Trabajar la psicomotricidad fina.
Memorizar figuras y colores.
Estimular la curiosidad y el razonamiento.
Favorecer la repetición.
Concentración.
Desarrollar capacidad de atención.
Aumentar y reforzar la autoestima en base al «yo puedo»
Trabajar con cajas de permanencia no sólo consiste en meter objetos en un orificio, que ya tiene su dificultad, también consiste en que el niño aprende a superar la ansiedad de la separación. Este aprendizaje surge cuando el objeto desaparece de su vista, es lo que se llama «el principio de la permanencia de los objetos», aprender que, aunque no lo veo, el objeto permanece, sigue estando.
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